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Sagradas Escrituras Versión Antigua 1569
 
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Mateo Capítulo 15

1  
Entonces llegaron a Jesús ciertos escribas y fariseos de Jerusalén, diciendo:
2  
¿Por qué tus discípulos traspasan la tradición de los ancianos? Porque no se lavan las manos cuando comen pan.
3  
Y él respondiendo, les dijo: ¿Por qué también vosotros traspasáis el mandamiento de Dios por vuestra tradición?
4  
Porque Dios mandó, diciendo: Honra al padre y a la madre, y el que maldijere al padre o a la madre, muera irremisiblemente.
5  
Pero vosotros decís: Cualquiera que dijere al padre o a la madre: Es ya ofrenda mía a Dios todo aquello con que pudiera ayudarte,
6  
y ya no deberá honrar a su padre o a su madre con socorro. Así habéis invalidado el mandamiento de Dios por vuestra tradición.
7  
Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, diciendo:
8  
Este pueblo de su boca se acerca a mí y de labios me honra, pero su corazón lejos está de mí.
9  
Mas en vano me honran, enseñando doctrinas y mandamientos de hombres.
10  
Y llamando a sí la multitud, les dijo: Oíd, y entended:
11  
No lo que entra en la boca contamina al hombre; mas lo que sale de la boca, esto contamina al hombre.
12  
Entonces llegándose sus discípulos, le dijeron: ¿Sabes que los fariseos, oyendo esta palabra, se ofendieron?
13  
Pero respondiendo él, dijo: Toda planta que no plantó mi Padre celestial, será desarraigada.
14  
Dejadlos; son ciegos guías de ciegos; y si el ciego guiare al ciego, ambos caerán en el hoyo.
15  
Y respondiendo Pedro, le dijo: Decláranos esta parábola.
16  
Y Jesús dijo: ¿También vosotros sois aún sin entendimiento?
17  
¿No entendéis que todo lo que entra en la boca, va al vientre, y es echado en la letrina?
18  
Mas lo que sale de la boca, del mismo corazón sale; y esto contamina al hombre.
19  
Porque del corazón salen los malos pensamientos: muertes, adulterios, fornicaciones, hurtos, falsos testimonios, maledicencias.
20  
Estas cosas son las que contaminan al hombre; que comer con las manos sin lavar no contamina al hombre.
21  
Y saliendo Jesús de allí, se fue a las partes de Tiro y de Sidón.
22  
Y he aquí una mujer cananea, que había salido de aquellos términos, clamaba, diciéndole: Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí; mi hija es malamente atormentada del demonio.
23  
Mas él no le respondió palabra. Entonces llegándose sus discípulos, le rogaron, diciendo: Despáchala, pues da voces tras nosotros.
24  
Y él respondiendo, dijo: No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la Casa de Israel.
25  
Entonces ella vino, y le adoró, diciendo: Señor socórreme.
26  
Y respondiendo él, dijo: No es bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos.
27  
Y ella dijo: Sí, Señor; mas los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus señores.
28  
Entonces respondiendo Jesús, dijo: Oh mujer, grande es tu fe; sea hecho contigo como quieres. Y fue sana su hija desde aquella hora.
29  
Y partiendo Jesús de allí, vino junto al mar de Galilea; y subiendo al monte, se sentó allí.
30  
Y llegaron a él muchas personas, que tenían consigo cojos, ciegos, mudos, mancos, y muchos otros enfermos ; y los pusieron a los pies de Jesús, y los sanó;
31  
De manera que se maravillaba la multitud, viendo hablar los mudos, los mancos sanos, andar los cojos, y ver los ciegos; y glorificaron al Dios de Israel.
32  
Y Jesús llamando a sus discípulos, dijo: Tengo misericordia de la multitud, que ya hace tres días que perseveran conmigo, y no tienen qué comer; y enviarlos en ayunas no quiero, para que no desmayen en el camino.
33  
Entonces sus discípulos le dicen: ¿Dónde tenemos nosotros tantos panes en el desierto, para saciar a una multitud tan grande?
34  
Y Jesús les dice: ¿Cuántos panes tenéis? Y ellos dijeron: Siete, y unos pocos pececillos.
35  
Y mandó a la multitud que se recostasen sobre la tierra.
36  
Y tomando los siete panes y los peces, dando gracias, partió y dio a sus discípulos; y los discípulos a la multitud.
37  
Y comieron todos, y se saciaron; y alzaron lo que sobró de los pedazos, siete canastas llenas.
38  
Y eran los que habían comido, cuatro mil varones, sin las mujeres y los niños.
39  
Entonces, despedida la multitud, subió en un barco; y vino a los términos de Magdala.
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