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Periquito Pérez, Veguitas, Yara, Granma, Cuba.
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Isaac es uno de los patriarcas monógamos del libro de Génesis. El no tiene concubinas ni toma varias esposas para si. La historia de su matrimonio con Rebeca en Génesis 24 tiene un trasfondo muy especial que refleja con un gran nivel de exactitud la relación entre Dios, Jesucristo, el Espíritu Santo y la Iglesia.
Todo comienza con el sacrificio de Jesús en la cruz así como Isaac fue ofrecido en sacrificio por Abraham. Una vez que el hijo asciende al cielo, el Padre, le pide al Espíritu Santo a que venga a esta tierra a tocar los corazones de la humanidad para edificar la Iglesia de Cristo. Al igual que Eliezer (que su nombre significa “Dios es mi ayuda”), el Consolador trae consigo dones del Espíritu, frutos, bendiciones y autoridad…estos son regalos muy especiales de parte del Padre para capacitar a su Iglesia.
La novia al aceptar su llamado, se embarca en una largo viaje, guiada por el Espíritu Santo, preparándola para el encuentro con el novio que nunca ha visto.
Juan 16:12-15 dice:
“16:12 Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar.
16:13 Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir.
16:14 El me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber.
16:15 Todo lo que tiene el Padre es mío; por eso dije que tomará de lo mío, y os lo hará saber.”

En el capitulo más largo del libro de Génesis encontramos la historia del segundo matrimonio, después de Adán y Eva, donde la esposa es seleccionada sobrenaturalmente.
Abraham se encuentra débil y avanzado de edad. Varios años han pasado desde que Jehová le pidió que sacrificara a su hijo Isaac y recientemente Sara, su esposa, ha fallecido. Isaac ya es todo un hombre de 40 años y Abraham decide buscarle una esposa.
En el principio del capitulo 24, Abraham tiene una conversación con al anciano Eliezer (Gen 15:2), su mayordomo de mas confianza. Abraham no quiere que su hijo se case con una de las cananeas y pide a Eliezer que vaya a su pueblo natal, a lo que actualmente es Irak, a que busque una doncella de su parentela como esposa para Isaac.
Eliezer acompañado de otros siervos toma 10 camellos de Abraham y los carga con toda clase de regalos para la novia (Gen 24:10). Después de un largo viaje, Eliezer llega al atardecer, decide esperar junto un pozo de agua y ora a Dios pidiendo señal:
“Sea, pues, que la doncella a quien yo dijere: Baja tu cántaro, te ruego, para que yo beba, y ella respondiere: Bebe, y también daré de beber a tus camellos; que sea ésta la que tú has destinado para tu siervo Isaac;” Gen 24:14.
Eliezer no ha terminado de orar cuando ve a Rebeca (Gen 24:15), la nieta de Nacor, hermano de Abraham, llenando su cántaro y cuando ella se regresaba él corre y le pide que le de agua de beber. Ella no solo le da agua sino que de su propia iniciativa decide darle de beber a los 10 camellos sin necesidad que Eliezer se lo pida. Cuando los camellos terminaron de beber, Eliezer le regala un pendiente y dos brazaletes de oro.
¿Pero qué hay de especial en darle de beber a un camello?
Los camellos pueden andar bastante tiempo sin tomar agua, pero cuando la encuentran, ellos pueden beber hasta 80 litros de una sola vez, almacenándola en el sistema circulatorio y no en las jorobas. En este caso tenemos 10 camellos, así que necesitaría más o menos 800 litros de agua para saciar su sed. Digamos que el cántaro de Rebeca es de barro y que le caben 10 litros de agua. Vale la pena mencionar que 10 litros de agua pesan aproximadamente 22 libras. Esto quiere decir que Rebeca tiene que hacer más de 80 viajes al pozo para sacar el agua y acarrear estas 22 libras a donde están los camellos. ¿Estaría usted dispuesto a hacer esto por un extranjero? ¿Estaría usted dispuesto a hacer esto por su esposo o esposa?
Eliezer al ver la bondad de esta joven le da un pendiente y dos brazaletes y adoró a Jehová.
Eliezer no esta buscando una criada para Isaac sino que una joven con un corazón bondadoso, fuerte y determinado a terminar los trabajos difíciles que se propone, creyente en Dios, dispuesta a aceptar la voluntad y el llamado de Dios para convertirse en la esposa de un joven que aún no conoce.

El Rev Venancio Rodríguez pasó a la presencia del Señor. Este gran siervo Dios fue pastor de La Primera Iglesia Bautista de Chinameca durante la década de los años 80. Su trabajo fue difícil ya que en este tiempo la iglesia contaba con escasos miembros y pocas finanzas. A pesar de su avanzada edad, él aceptó este compromiso y logró restaurar a la iglesia. El hermano Venancio era un pastor tan cariñoso que a cada cristiano le daba un trato suave y respetuoso, e irradiaba amor con quienes conversaba.
Nos unimos en estos momentos al dolor de su esposa y sus hijos rogando que el Señor dispense su consuelo.