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1 | Mi aliento está corrompido, mis días son cortados, y me está aparejado el sepulcro. |
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2 | Ya no hay conmigo sino escarnecedores, en cuyas amarguras se detienen mis ojos. |
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3 | Pon ahora, dame fianzas contigo; ¿quién tocará ahora mi mano? |
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4 | Porque a éstos has tú escondido su corazón de entendimiento; por tanto, no los ensalzarás. |
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5 | El que denuncia lisonjas a su prójimo, los ojos de sus hijos desfallezcan. |
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6 | El me ha puesto por parábola de pueblos, y delante de ellos he sido como tamboril. |
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7 | Y mis ojos se oscurecieron de desabrimiento, y todos mis pensamientos han sido como sombra. |
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8 | Los rectos se maravillarán de esto, y el inocente se despertará contra el hipócrita. |
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9 | El justo retendrá su carrera, y el limpio de manos aumentará la fuerza. |
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10 | Pero volved todos vosotros, y venid ahora, que no hallaré entre vosotros sabio. |
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11 | Mis días se pasaron, y mis pensamientos fueron arrancados, los designios de mi corazón. |
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12 | Me pusieron la noche por día, y la luz se acorta delante de las tinieblas. |
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13 | Si yo espero, el sepulcro es mi casa; en las tinieblas hice mi cama. |
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14 | A la huesa tengo dicho: Mi padre eres tú; a los gusanos: Mi madre y mi hermano. |
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15 | ¿Dónde pues estará ahora mi esperanza? Y mi esperanza ¿quién la verá? |
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16 | A los rincones de la huesa descenderán, y juntamente descansarán en el polvo. |
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