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Sagradas Escrituras Versión Antigua 1569
 
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Juan Capítulo 3

1  
Y había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, príncipe de los judíos.
2  
Este vino a Jesus de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios por maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no estuviere Dios con él.
3  
Respondió Jesus, y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere otra vez, no puede ver el Reino de Dios.
4  
Le dice Nicodemo: ¿Cómo puede el hombre nacer siendo viejo? ¿Puede entrar otra vez en el vientre de su madre, y nacer?
5  
Respondió Jesus: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y de Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios.
6  
Lo que es nacido de carne, carne es; y lo que es nacido de Espíritu, Espíritu es.
7  
No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer otra vez.
8  
El viento de donde quiere sopla, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde vaya; así es todo aquel que es nacido del Espíritu.
9  
Respondió Nicodemo, y le dijo: ¿Cómo puede esto hacerse?
10  
Respondió Jesus, y le dijo: ¿Tú eres el maestro de Israel, y no sabes esto?
11  
De cierto, de cierto te digo, que lo que sabemos hablamos, y lo que hemos visto, testificamos; y no recibís nuestro testimonio.
12  
Si os he dicho cosas terrenas, y no creéis, ¿cómo creeréis si os dijere las celestiales?
13  
Y nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo, el Hijo del hombre, que está en el cielo.
14  
Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del hombre sea levantado;
15  
para que todo aquel que en él creyere, no se pierda, sino que tenga vida eterna.
16  
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo Unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
17  
Porque no envió Dios a su Hijo al mundo, para que condene al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.
18  
El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya es condenado, porque no creyó en el nombre del Unigénito Hijo de Dios.
19  
Y esta es la condenación: porque la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz; porque sus obras eran malas.
20  
Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece a la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean redargüidas.
21  
Mas el que obra verdad, viene a la luz, para que sus obras sean manifestadas que son hechas en Dios.
22  
Pasado esto, vino Jesus con sus discípulos a la tierra de Judea; y estaba allí con ellos, y bautizaba.
23  
Y bautizaba también Juan en Enón junto a Salim, porque había allí muchas aguas; y venían, y eran bautizados.
24  
Porque Juan, no había sido aún puesto en la cárcel.
25  
Y hubo cuestión entre los discípulos de Juan y los Judíos acerca de la purificación.
26  
Y vinieron a Juan, y le dijeron: Rabí, el que estaba contigo al otro lado del Jordán, del cual tú diste testimonio, he aquí bautiza, y todos vienen a él.
27  
Respondió Juan, y dijo: No puede el hombre recibir algo, si no le fuere dado del cielo.
28  
Vosotros mismos me sois testigos que dije: Yo no soy el Cristo, sino que soy enviado delante de él.
29  
El que tiene la esposa, es el esposo; mas el amigo del esposo, que está en pie y le oye, se goza grandemente de la voz del esposo; así pues, este mi gozo es cumplido.
30  
A él conviene crecer; a mí, ser disminuido.
31  
El que de arriba viene, sobre todos es: el que es de la tierra, terreno es, y cosas terrenas habla; el que viene del cielo, sobre todos es.
32  
Y lo que vio y oyó, esto testifica; y nadie recibe su testimonio.
33  
El que recibe su testimonio, éste testificó que Dios es Verdadero.
34  
Porque el que Dios envió, las palabras de Dios habla; porque no le da Dios el Espíritu por medida.
35  
El Padre ama al Hijo, y todas las cosas dio en su mano.
36  
El que cree en el Hijo, tiene vida eterna; mas el que al Hijo es incrédulo, no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él.
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