| 1 | En aquel tiempo Merodac-baladán, hijo de Baladán, rey de Babilonia, envió cartas y presentes a Ezequías; porque había oído que había estado enfermo, y que había convalecido. |
| 2 | Y se regocijó con ellos Ezequías, y les enseñó la casa de su tesoro: plata, y oro, y especierías, y ungüentos preciosos, y toda su casa de armas; y todo lo que se pudo hallar en sus tesoros; no hubo cosa en su casa y en todo su señorío, que Ezequías no les mostrase. |
| 3 | Entonces Isaías profeta vino al rey Ezequías, y le dijo: ¿Qué dicen estos hombres, y de dónde han venido a ti? Y Ezequías respondió: De tierra muy lejos han venido a mí, de Babilonia. |
| 4 | Dijo entonces: ¿Qué han visto en tu casa? Y dijo Ezequías: Todo lo que hay en mi casa han visto; y ninguna cosa hay en mis tesoros, que no les haya mostrado. |
| 5 | Entonces dijo Isaías a Ezequías: Oye palabra del SEÑOR de los ejércitos: |
| 6 | He aquí, que vienen días, en que todo lo que hay en tu casa, sea llevado a Babilonia, y todo lo que tus padres han guardado hasta hoy; ninguna cosa quedará, dice el SEÑOR. |
| 7 | De tus hijos, que hubieren salido de ti, y que engendraste, tomarán, y serán eunucos en el palacio del rey de Babilonia. |
| 8 | Y dijo Ezequías a Isaías: La palabra del SEÑOR, que has hablado, es buena. Y dijo: A lo menos, haya paz y verdad en mis días. |
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