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Sagradas Escrituras Versión Antigua 1569
 
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Juan Capítulo 4

1  
De manera que cuando Jesus entendió que los fariseos habían oído que Jesus hacía discípulos y bautizaba más que Juan,
2  
(aunque Jesús no bautizaba, sino sus discípulos),
3  
dejó a Judea, y se fue otra vez a Galilea.
4  
Y era necesario que pasase por Samaria.
5  
Vino, pues, a una ciudad de Samaria que se llamaba Sicar, junto a la heredad que Jacob dio a José su hijo.
6  
Y estaba allí la fuente de Jacob. Pues Jesús, cansado del camino, así se sentó a la fuente. Era como la hora sexta.
7  
Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dice: Dame de beber.
8  
(Porque sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer.)
9  
Y la mujer samaritana le dice: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana? Porque los judíos no se tratan con los samaritanos.
10  
Respondió Jesús y le dijo: Si conocieses el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú pedirías de él, y él te daría agua viva.
11  
La mujer le dice: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo; ¿de dónde, pues, tienes el agua viva?
12  
¿Eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual él bebió, y sus hijos, y sus ganados?
13  
Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed;
14  
mas el que bebiere del agua que yo le daré, para siempre no tendrá sed; sino que el agua que yo le daré, será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.
15  
La mujer le dice: Señor, dame esta agua, para que no tenga sed, ni venga acá a sacarla.
16  
Jesús le dice: Ve, llama a tu marido, y ven acá.
17  
Respondió la mujer, y le dijo: No tengo marido. Le dice Jesús: Bien has dicho: No tengo marido;
18  
porque cinco maridos has tenido; y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad.
19  
Le dice la mujer: Señor, me parece que tú eres profeta.
20  
Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde es necesario adorar.
21  
Le dice Jesús: Mujer, créeme, que la hora viene, cuando ni en este monte, ni en Jerusalén adoraréis al Padre.
22  
Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la Salud viene de los Judíos.
23  
Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en Espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren.
24  
Dios es Espíritu; y los que le adoran, en Espíritu y en verdad es necesario que adoren.
25  
Le dice la mujer: Sé que el Mesías ha de venir, el cual se dice el Cristo; cuando él viniere nos declarará todas las cosas.
26  
Le dice Jesús: Yo Soy, que hablo contigo.
27  
Y en esto vinieron sus discípulos, y se maravillaron de que hablaba con aquella mujer; mas ninguno dijo: ¿Qué preguntas? O, ¿Qué hablas con ella?
28  
Entonces la mujer dejó su cántaro, y fue a la ciudad, y dijo a aquellos hombres:
29  
Venid, ved un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho; ¿si quizás es éste el Cristo?
30  
Entonces salieron de la ciudad, y vinieron a él.
31  
Entre tanto los discípulos le rogaban, diciendo: Rabí, come.
32  
Y él les dijo: Yo tengo una comida que comer, que vosotros no sabéis.
33  
Entonces los discípulos decían el uno al otro: ¿Si le habrá traído alguien de comer?
34  
Les dice Jesús: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra.
35  
¿No decís vosotros que aún hay cuatro meses y la siega viene? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos, y mirad las regiones, porque ya están blancas para la siega.
36  
Y el que siega, recibe salario, y allega fruto para vida eterna; para que el que siembra también goce, y el que siega.
37  
Porque en esto es el dicho verdadero: Que uno es el que siembra, y otro es el que siega.
38  
Yo os he enviado a segar lo que vosotros no labrasteis; otros labraron, y vosotros habéis entrado en sus labores.
39  
Y muchos de los samaritanos de aquella ciudad creyeron en él por la palabra de la mujer, que daba testimonio, diciendo: Que me dijo todo lo que he hecho.
40  
Viniendo pues los samaritanos a él, le rogaron que se quedase allí; y se quedó allí dos días.
41  
Y creyeron muchos más por la palabra de él.
42  
Y decían a la mujer: Ya no creemos por tu dicho; porque nosotros mismos hemos oído, y sabemos que verdaderamente éste es el Salvador del mundo, el Cristo.
43  
Y dos días después, salió de allí, y se fue a Galilea.
44  
Porque el mismo Jesús dio testimonio de que el profeta en su tierra no tiene honra.
45  
Y cuando vino a Galilea, los galileos le recibieron, vistas todas las cosas que había hecho en Jerusalén en el día de la Fiesta; porque también ellos habían ido a la Fiesta.
46  
Vino pues Jesús otra vez a Caná de Galilea, donde había hecho el vino del agua. Y había en Capernaum uno del rey, cuyo hijo estaba enfermo.
47  
Este, cuando oyó que Jesús venía de Judea a Galilea, fue a él, y le rogaba que descendiese, y sanase a su hijo, porque se comenzaba a morir.
48  
Entonces Jesús le dijo: Si no viereis señales y milagros no creeréis.
49  
El del rey le dijo: Señor, desciende antes que mi hijo muera.
50  
Le dice Jesús: Ve, tu hijo vive. Y el hombre creyó a la palabra que Jesús le dijo, y se fue.
51  
Y cuando ya él descendía, los siervos le salieron a recibir, y le dieron nuevas, diciendo: Tu hijo vive.
52  
Entonces él les preguntó a qué hora comenzó a estar mejor. Y le dijeron: Ayer a las siete le dejó la fiebre.
53  
El padre entonces entendió, que aquella hora era cuando Jesús le dijo: Tu hijo vive; y creyó él y toda su casa.
54  
Esta segunda señal volvió Jesús a hacer, cuando vino de Judea a Galilea.
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