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Sagradas Escrituras Versión Antigua 1569
 
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Job Capítulo 6

1  
Y respondió Job y dijo:
2  
¡Oh, si pesasen al justo mi queja y mi tormento, y se alzasen igualmente en balanza!
3  
Porque mi tormento pesaría más que la arena del mar; y por tanto mis palabras son cortadas.
4  
Porque las saetas del Todopoderoso están en mí, cuyo veneno bebe mi espíritu; y terrores de Dios me combaten.
5  
¿Acaso gime el asno montés junto a la hierba? ¿Muge el buey junto a su pasto?
6  
¿Por ventura se comerá lo desabrido sin sal? ¿O habrá gusto en la clara del huevo?
7  
Las cosas que mi alma no quería tocar antes, ahora por los dolores son mi comida.
8  
¡Quién me diese que viniese mi petición, y que Dios me diese lo que espero;
9  
y que plugiera a Dios quebrantarme; y que soltase su mano, y me despedazase!
10  
Y en esto crecería aún consolación, si me asase con dolor sin haber misericordia; no que haya contradicho las palabras santas.
11  
¿Cuál es mi fortaleza para esperar aún? ¿Y cuál mi fin para dilatar mi vida?
12  
¿Es mi fortaleza la de las piedras? O mi carne, ¿es de acero?
13  
¿No me ayudo cuanto puedo, y con todo eso el poder me falta del todo?
14  
El atribulado es consolado de su compañero; pero se ha abandonado el temor del Omnipotente.
15  
Mis hermanos me han mentido como arroyo; se pasaron como las riberas impetuosas,
16  
que están escondidas por la helada, y encubiertas con nieve.
17  
Que al tiempo del calor son deshechas, y en calentándose, desaparecen de su lugar;
18  
apártanse de las sendas de su camino, suben en vano y se pierden.
19  
Las miraron los caminantes de Temán, los caminantes de Saba esperaron en ellas;
20  
pero fueron avergonzados por su esperanza; porque vinieron hasta ellas, y se hallaron confusos.
21  
Ahora ciertamente vosotros sois como ellas; que habéis visto el tormento, y teméis.
22  
¿Os he dicho yo: Traedme, y pagad por mí de vuestra hacienda;
23  
y libradme de la mano del angustiador, y redimidme del poder de los violentos?
24  
Enseñadme, y yo callaré; y hacedme entender en qué he errado.
25  
¡Cuán fuertes son las palabras de rectitud! Mas ¿qué reprende el argumento de vosotros?
26  
¿No estáis pensando las palabras para reprender, y echáis al viento palabras perdidas?
27  
También os arrojáis sobre el huérfano, y hacéis hoyo delante de vuestro amigo.
28  
Ahora pues, si queréis, mirad en mí, y ved si mentiré delante de vosotros.
29  
Tornad ahora, y no haya iniquidad; volved aún a mirar por mi justicia en esto.
30  
Si hay iniquidad en mi lengua; o si mi paladar no discierne los tormentos.
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