Abril 20, 2024
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La Séptima Palabra - La Palabra De Descanso

 
 

Josué Mora Peña

Es probable que algunos no estén de acuerdo con mi teología en relación con esta última palabra de Cristo desde la cruz. Siempre he predicado que el cuerpo de Cristo fue sepultado, como dice la Biblia en Mateo 27:57-60: "Cuando llegó la noche, vino un hombre rico de Arimatea, llamado José, que también había sido discípulo de Jesús. Este fue a Pilato y pidió el cuerpo de Jesús. Entonces Pilato mandó que se le diese el cuerpo. Y tomando José el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia, y lo puso en su sepulcro nuevo, que había labrado en la peña; y después de hacer rodar una gran piedra a la entrada del sepulcro, se fue."

La forma de enterrar a un difunto en el primer siglo no era como en el día de hoy. Por lo general, era en alguna cueva, tal vez que los familiares habían preparado de antemano. Dentro de la cueva habían varios compartimientos disponibles, dependiendo de cuántos familiares se sepultarían ahí. Por ejemplo, en la tumba de Cristo, que en realidad pertenecía a José de Arimatea, un discípulo de Cristo pero secretamente por temor a los judíos (Juan 19.38), al entrar en esa cueva y a la mano derecha, hay dos compartimientos, uno arriba de otro, supuestamente uno para él (José de Arimatea) y el otro para la esposa. En la tumba de Lázaro, hay una escalera para poder descender hasta el lugar donde se encontraba el difunto. Esto es para ayudar a los turistas a bajar hasta donde estaba sepultado Lázaro. Habiendo dicho esto, tal vez tengamos una idea mejor de cómo se enterraba a los difuntos en aquellos tiempos.

También he predicado que el espíritu de Cristo, que es la vida misma, regresó a Dios, según mencionamos en el sermón anterior cuando El exclamó, estando pendiente de la cruz, "Padre en tus manos encomiendo mi espíritu". ¿Y su alma? Y aquí es donde puede haber algún desacuerdo, porque la escuela de algunos enseña que el espíritu y el alma consiste de una sola entidad. A esto se le llama "Dicotomía" (que se divide en dos partes). La otra escuela enseña la "Tricotomía" (que consiste de tres partes) y siempre he creído que como seres humanos tenemos espíritu, alma y cuerpo. Primera de Tesalonicenses 5.23 dice, "Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo".

Varios de los himnos que se cantan en las iglesias hablan acerca del espíritu, alma y cuerpo. Y así Cristo, también tiene espíritu alma y cuerpo. Por lo tanto, si su cuerpo físico fue depositado en la tumba y su espíritu regresó al Padre, ahora entonces falta el alma. El escritor francés, Victor Hugo define el alma como "eso que siente, piensa y cree, lo que uno anhela". Ahora comprendo por qué mi abuela me decía "tienes un alma muy negra". Francamente no recuerdo que hice o dije para que me dijera eso. Un gran predicador ya fallecido, solía decir, "Todos nosotros tenemos una chispa de Dios". Y es el alma que se asemeja a Dios. Cuando Cristo expiró, dice Mateo 27.50 y Juan 19.30, que "entregó el espíritu", o sea la vida, porque, como dijimos anteriormente, "¿como puede la vida morir?" Un gran poeta mexicano dice, "Dios nunca muere". La vida es lo opuesto a la muerte. ¿Cómo puede la vida dejar de existir? La vida, que es Cristo, según Juan 14.6,"Yo soy el camino, la verdad y la vida", tiene poder sobre la vida y la muerte. Juan 10.17-18 dice, "Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla y tengo poder para volverla a tomar". Como dijera otro predicador, "Cristo le ordenó al espíritu que saliera de El para poder morir", y así cumplir la voluntad de Su Padre.

Todavía recuerdo que de joven me aprendí el Credo de los Apóstoles. La versión antigua decía que Cristo descendió a los infiernos. Yo no entendía cómo era que Cristo había descendido al infierno, y ¿para que? Pero mientras más leía y estudiaba mi Biblia, comprendí su significado. La respuesta la encontramos en el Evangelio de Lucas, capítulo 16. Ahí leemos la historia (pues no es una parábola como algunos enseñan. En las parábolas no se mencionan nombres propios como en este capítulo), del hombre rico y Lázaro. Ambos murieron. Los ángeles vinieron y se llevaron el alma de Lázaro al seno de Abraham. El hombre rico aparece en el infierno, estando en tormentos. Ambos estaban vivos y conscientes. La muerte no es otra cosa más que el paso místico de aquí a la eternidad. Recomiendo que lean todo este capítulo.

El infierno, que es el lugar de los muertos, estaba dividido en dos partes, el lugar de los malos, llamado Hades (v. 23) donde estaba el rico, y quiero hacer énfasis "estando en tormentos" y el lugar de los buenos donde estaba Lázaro. Según este capítulo, había una gran sima entre los buenos y malos. El verso 26 dice, "Además de todo esto, una gran sima está puesta entre nosotros y vosotros, de manera que los que quisieren pasar de aquí a vosotros, no pueden, ni de allá pasar acá". La Biblia enseña que el infierno es un lugar de tormento "eterno" (Mateo 18.8; 25.46). Digo esto porque algunos piensan que el castigo en el infierno será temporal, que el sufrimiento durará solamente por un tiempo y después la persona deja de existir. La Biblia no enseña tal cosa.

Ahora, ¿a qué fue Cristo a los infiernos? En la Epístola a los Efesios, Pablo dice lo siguiente en el capítulo 4, versos 8, 9 y 10, "Por lo cual dice: Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad, y dio dones a los hombres. Y eso de que subió, ¿qué es, sino que también había descendido primero a las partes más bajas de la tierra? El que descendió, es el mismo que también subió por encima de todos los cielos para llenarlo todo". Según varios comentaristas, Cristo descendió al seno de Abraham, donde descansaban los muertos que habían sido justificados delante de Dios. Desde Adán y Eva, hasta el Lázaro de nuestra historia, todos ellos esperaban el día de la redención. Cuando Cristo murió, descendió a los infiernos (seno de Abraham) y llevó a todos ellos al paraíso. Algunos dicen que el seno de Abraham en realidad era el paraíso, pero Cristo le dijo al ladrón arrepentido que murió a su lado, "...De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso" (Lucas 23.43). No en el seno de Abraham, porque Cristo llevó a todos esos justos al cielo.

Cuando Esteban, el primer mártir, antes de morir, exclamó, "estando lleno del Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús que estaba a la diestra de Dios, y dijo, He aquí, veo los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre que está a la diestra de Dios". En el cielo (paraíso), estaba Cristo con todos los justos. Por eso ahora, cuando un justo muere, y somos justificados por medio de Cristo, como dice Segunda de Corintios 5.21, "Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado. Para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él".

El espíritu y el alma de Cristo regresó al cuerpo inerte de Cristo, al tercer día, como había dicho. ¡No, no fue una resucitación! Pablo claramente lo dice,"Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos primicias de los que durmieron es hecho" (primera de Corintios 15.20).

Pero no podemos terminar con las "Siete Palabras de Cristo Desde la Cruz", sin antes ver la manera de cómo responder a ellas:

  • En la primera palabra, vemos que es necesario aceptar el perdón de Jesús. La salvación del alma no es automática. Hay que arrepentirse, pedir perdón a Dios y aceptar Su perdón.
  • En la segunda palabra, debemos ser como el ladrón arrepentido: murió al pecado; el otro ladrón murió en pecado y Cristo murió por el ladrón arrepentido.
  • En la tercera palabra, debemos amar a Dios y al prójimo de todo corazón.
  • En la cuarta palabra, clamemos a Dios por misericordia, por nosotros mismos y a favor de los nuestros.
  • En la quinta palabra, demos de beber el agua de vida espiritual al sediento.
  • En la sexta palabra, cantemos victoria en Cristo, pues nos espera una corona incorruptible.
  • En la última palabra, descansemos en el Señor, nuestro Dios y Padre.

Amén.

josue.mora@iglesiabautista.org

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Pasaje

Lucas 23:46

Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, expiró.

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