Josué Mora PeñaCristo fue arrestado como a media noche del jueves. Fue juzgado injustamente durante la noche. En la mañana fue llevado ante Pilato (Marcos capítulo 15). Pilato lo envió a Herodes (Lucas 23:6-9), y después éste lo regresó a Pilato. Como a las 9 de la mañana fue crucificado. Él pudo haber pedido un castigo para los que lo crucificaban. Los soldados fueron los ejecutores. Los responsables fueron los sacerdotes del Templo, los judíos también tuvieron culpa, el Sumo Sacerdote Caifás y su suegro Anas. ¿Qué de Herodes y Pilato? De acuerdo con la Santa Biblia, tú y yo fuimos los culpables porque Cristo vino a dar su vida por los pecadores, es decir, por ti y por mí.
Con esta palabra de Cristo, tal vez Él buscaba alguna excusa ante Dios para que perdonara a todos los que tomaron parte en su ejecución. En lugar de condenarlos, pide a Dios que no les culpe su pecado. San Juan 3:17 dice, “Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por el”. Aquellos que acepten Su perdón, tendrán la vida eterna con Él; aquellos que no lo acepten, serán condenados en el infierno por toda la eternidad. Por eso, hoy mismo acepta el perdón de Dios. Pídele que perdone tus pecados y acepta a Cristo como el Único que te puede salvar. En Estados Unidos en 1830 cuando el Presidente era Andrew Jackson, George Wilson, un reo de muerte, fue condenado a morir en la silla eléctrica. Los familiares de Wilson lucharon incesantemente para conseguirle el perdón, y lo lograron. Fueron a verlo en la prisión con las buenas nuevas pero él rechazó el perdón. La Corte local no sabía que hacer con él. La Corte llevó el asunto hasta la Suprema Corte. Ésta optó por lo siguiente: “El perdón no es válido si no se acepta”. Wilson murió cuando pudo haber sido libre. Así es con nosotros, es menester aceptar el perdón de Dios.
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