Esaú CrespoIntroducción:
Nuestro pasaje nos habla de los principios fundamentales que regirán el reino
mesiánico. Algunos estudiosos de la Biblia llaman al Sermón del Monte "La
Constitución del Reino". Uno de los temas que sobresale en este Evangelio es
la enseñanza acerca del reino de los cielos. Como sabemos los que leemos la
Biblia, Dios le hizo al rey David una promesa de que se levantarÃa un
descendiente de David que se sentarÃa en su trono y cuyo reino no tendrá fin. La
información anterior la encontramos en II Samuel cap. 7.
Todas las personas que se unieron al Señor Jesucristo durante su ministerio
terrenal en Israel, estaban a la expectativa de la llegada del reino mesiánico;
y la razón de dicha espera se fundamentaba en dos pilares capitales: la promesa
de los profetas y la situación polÃtica social por la que atravesaba el pueblo
bajo la opresión del imperialista romano. Los Evangelios testifican de los miles
de hombres y mujeres que fueron tras el Señor. Muchas de estas personas creyeron
que Jesús era el MesÃas prometido y comenzaron a ser discipuladas por el Señor.
En vista de lo anterior podemos concluir que este pasaje no está diciendo
cómo ser salvos, sino cómo deben vivir los salvos, cuál debe ser su estilo de
vida. Ser discÃpulo del Señor Jesucristo es un glorioso privilegio, pero también
una gran responsabilidad porque aquà tenemos las demandas divinas para los que
quieren ser seguidores del Rey de reyes y Señor de señores.
I. El discÃpulo debe ser pobre de espÃritu. (V.3)
II. El verdadero discÃpulo es aquel que llora ante los ataques del pecado.
(V.4)
III. El discÃpulo del Señor es aquel que practica la mansedumbre (V.5)
¿Qué es la mansedumbre? Es la disposición del corazón, de la voluntad, del
yente que sin discusión ni resistencia se somete a la perfecta voluntad de Dios.
Quizá tengamos una ilustración adecuada en el actitud de los animales domésticos
como el buey, el asno, el camello, etc. sin ninguna resistencia obedecen a sus
amos. La mansedumbre es lo que nos capacita para trabajar en lÃnea de autoridad
como bien lo dijo el centurión romano. (Mateo 8:9).
IV. El discÃpulo debe ser justo (V.6)
El discÃpulo de Jesucristo debe anhelar la justicia que viene de Dios. El
discÃpulo del Señor Jesucristo debe anhelar la justicia como un estilo de vida
un la relación con sus semejantes. Un hombre o mujer que en su hogar no practica
la justicia, no puede ser discÃpulo del Señor; una persona que no sea justa en
el salario y trato de sus obreros, no puede ser discÃpula del Señor; un obrero
que no trabaje con fidelidad a su patrono, no puede ser discÃpulo del Señor.
V. El discÃpulo del Señor debe ser misericordioso (V.7)
- La misericordia no es simpatÃa. No se trata de que yo hago bien porque una
persona me simpatiza; yo debo obrar misericordia porque alguien me necesita y
porque asà lo ordena el Señor que si aún mi enemigo tiene hambre, yo debo
darle de comer.
- La misericordia no es obrar bien por conveniencia. El Evangelio de Lucas
habla de un hombre que estaba a punto de perder su empleo de una manera
inminente y comenzó a planear sobre qué harÃa después de perder su empleo.
Llamó a los deudores de su patrono y de una manera tramposa les rebajó la
deuda para ganar su simpatÃa y de esa manera le ayudaran cuando ya no tuviera
empleo. (Lucas cap. 16) El mayordomo astuto obró a favor de las personas, pero
no por misericordia, sino por conveniencia.
- Misericordia es la que obró el buen samaritano que aún cuando los judÃos
eran sus enemigos, al ver a un hombre judÃo en desgracia hizo todo lo que
estuvo a su alcance para salvar una vida. (Lucas 10:33)
VI. El discÃpulo debe ser limpio de corazón (V.8)
La Biblia dice que todos los pecados surgen del corazón (Mat.15:19). La
Biblia también nos enseña que la falta de limpieza espiritual estorba en el
servicio al Señor (II Timoteo 2:21) En un mundo tan lleno de trampas y
tentaciones los creyentes debemos tener mucho cuidado para no sucumbir y
fracasar en el servicio al Señor. Muchos de los conflictos que afrontamos los
creyentes es por la falta de limpieza espiritual.
VII. El discÃpulo debe ser pacificador (V.9)
El discÃpulo del Señor debe estar presto a pedir perdón y a personar cuando
se le ofende. El apóstol Pedro preguntó al Señor sobre cuántas veces se debe
perdonar a un ofensor, si hasta siete veces, pero el Señor respondió que no hay
lÃmite al perdón. (Mateo 18:21,22).
El discÃpulo del Señor debe estar dispuesto a pacificar a otros que están en
pugna tal como lo enseña el apóstol Pablo en Filipenses 4:3.
VIII. El discÃpulo debe ser sufrido (VS. 10,11)
Este sufrimiento es por causa de la fe, por causa del Evangelio del Señor
Jesucristo. El apóstol Pablo dice que todos los que quieran vivir piadosamente,
sufrirán persecución. (II Timoteo 3:12)
El Señor Jesucristo dice que los profetas del Antiguo Testamento sufrieron
persecución por causa de la Palabra de Dios.
Conclusión:
Ser un discÃpulo del Señor siempre nos traerá problemas, pero el Señor dice
que nuestra recompensa será grande. Estimado lector no sea Ud. un simple
creyente en Jesucristo porque también el diablo cree; sea Ud. un discÃpulo del
Señor Jesucristo para que tenga la dicha de todas las gloriosas promesas que el
Señor ofrece en este pasaje a todos sus discÃpulos.
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