Esaú CrespoLa Epístola de Santiago es uno de los libros más tempranos del Nuevo Testamento; afirmación fundamentada tanto en la evidencia interna como en la información extra bíblica. Sin embargo, y aunque parezca increíble, este libro fue uno de los más tardíos para formar parte del Canon bíblico del Nuevo Testamento. Las razones de la poca aceptación se debieron a que el libro no contiene doctrinas bien sistematizadas como en las epístolas paulinas y porque su discusión acerca de la fe y las obras presenta aparente contradicción a la doctrina paulina de la salvación sólo por la fe y no por las obras. Este último aspecto levantó tanta controversia en los días de la Reforma que Lutero llegó al colmo de llamar este libro "una Epístola de pura paja".
Un estudio sereno y bien razonado nos lleva a la siguiente conclusión: Pablo dice: "El hombre es justificado por la fe sin las obras de la ley" (Rom. 3.28), mientras que Santiago dice: "El hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe (Stgo. 2.24). Pero si nos fijamos bien, vemos que difieren más en la definición de fe que en su esencia. Santiago escribe a personas que están inclinadas a interpretar la fe como un simple conocimiento intelectual (Stgo. 2.29). Como consecuencia, enfatiza que una fe que no transforma al creyente no es una fe que salva; de ahí que enfatice las obras. En realidad no está lejos de la posición de Pablo. Para este, la fe es confiar a Dios nuestra vida a través de Cristo, con el resultado de que nuestra vida se renueva con el "fruto del Espíritu" (Gal. 5.22)
A continuación hay una lista de frases claves que conviene meditar detenidamente:
- La prueba de vuestra fe (v.3).
- Mas tenga la paciencia su obra completa, (1:4)
- El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos.(v.8)
- Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos.(1.22)
- Si alguno se cree religioso entre vosotros, y no refrena su lengua, sino que engaña su corazón, la religión del tal es vana.(1.26)
- Hermanos míos, que vuestra fe en nuestro glorioso Señor Jesucristo sea sin acepción de personas.(2:1)
- Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe (QUE DICE TENER) salvarle? Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha? Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma. (2:14-17)
- Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan. (2:19)
- ¿Mas quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta? (2:20)
- (Hablando de la lengua)Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios.(3:9)
- ¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre (3:13)
- Pero si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no os jactéis, ni mintáis contra la verdad (3:14)
- ... y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones (4:8)
Santiago utiliza el término "fue justificado" en 2.21 con referencia al relato de Gen. 22 (donde Abraham se dispuso a sacrificar a Isaac) y afirma que así "demostró públicamente su fe", mientras Pablo, refiriéndose a la relación íntima entre Abraham y Dios (Gen. 15.6), define la justicia atribuida en términos no de obras, sino exclusivamente de fe (Rom. 4.1-5; Gal. 3.6-9).
Santiago hace hincapié en el Dios que no cambia, el Creador (1.17s), el Padre (1.27; 3.9), el Soberano (4.15) exento de toda influencia maligna (1.13), el Legislador, Juez, Salvador y destructor (4.11s) que no tolera rivales (4.4s), el dador de sabiduría (1.5), gracia (4.6) y galardones (1.12). La justicia que Dios requiere del creyente (1.20) es una piedad no fingida, síntesis de la perseverancia (1.2-18), la obediencia (1.19-27), la imparcialidad (2.1-13), la integridad (2.14-26), la disciplina (3.1-4.10), la humildad (4.11-5.6), la paciencia (5.7-11), la persistencia en oración (5.12-18) y el amor (5.19s).
Los Lectores
Son hebreos convertidos a Cristo, aunque obviamente la carta fue también dirigida a hebreos no creyentes por el lenguaje que usa en el capítulo 5 contra los ricos opresores. La evidencia de una carta dirigida a lectores hebreos se muestra por los siguientes aspectos: Las reuniones se llevan a cabo en la Sinagoga (2:2); se menciona la doctrina del monoteísmo ético como parte de la doctrina (2:19) (imposible mencionar dicha doctrina a lectores paganos); los modelos de fe y sufrimiento son personajes muy familiares para los hebreos; el estilo sapiencial refleja el estilo de la literatura poética hebrea, etc.
Autor y Fecha
Esta carta (como se explicó en la Introducción) no recibió la aceptación de las iglesias sino hasta el siglo IV. La reserva se debía a la incertidumbre acerca de la identidad de su autor, que se describe (Stgo. 1.1) meramente como "Santiago, siervo de Dios y del Señor Jesucristo". Reconociendo que Jacobo, hijo de Zebedeo, murió prematuramente para ser autor de epístola alguna, la iglesia atribuyó la Epístola de Santiago a Jacobo de Jerusalén, el hermano del Señor. Aparentemente llevaba el título de Apóstol (Gal 1.19) y así se satisfizo el requisito de paternidad apostólica que era imprescindible para la aceptación de cualquier escrito en el Canon. No hay en el Nuevo Testamento un Jacobo (o Santiago) mejor conocido ni más prominente que el hermano de Jesús y líder de la congregación en Jerusalén. (Favor de considerar los siguientes pasajes: Hechos 1:13,14; 12:17; I Cor. 15: 5-7 Observar que el autor menciona a Jacobo aparte de los doce apóstoles para que se entienda que el escritor no es ninguno de los apóstoles que se mencionan en las listas apostólicas de los Evangelios)
Otro factor que nos inclina a aceptar a Jacobo como autor es el tono de autoridad con que escribe, el carácter homilético de la epístola, su sabor judeocristiano y sus ecos de la literatura sapiencial (sobre la palabra clave "sabiduría", Cf. 1.5; 3.17) y de los dichos de Jesús consagrados en el Sermón del Monte (por ejemplo, Cf. 2.13 con Mat. 5.7; 3.12 con Mat. 7.16; 3.18 con Mat. 7.20; 5.2 con Mat. 6.19), señalan a la persona que tuvo una relación singular con Jesús, especialmente después de su resurrección, con Pablo y los demás apóstoles como líder de la iglesia en Jerusalén, y que jugó un papel protagónico en el concilio de Jerusalén.
Un tercer factor que apoya a Jacobo de Jerusalén es que a pesar de ciertas frases de corte helenista (Cf. 1.17, 23; 3.6), la epístola muestra rasgos hebraicos y usa preguntas retóricas, diálogos imaginarios y aforismos didácticos que tienden a señalar como autor a Jacobo, judío cristiano bilingüe. Además, hay ciertas semejanzas lingüísticas entre el discurso de Jacobo en el Concilio de Jerusalén (Cf. 1.1 con Hechos. 15.23; 1.27 con Hechos 15.14; 2.5 con Hechos 15.13; 2.7 con Hechos 15.17). El autor residió continuamente (se supone) en Jerusalén, desde el día de Pentecostés hasta su martirio treinta y dos años después, según lo relata el historiador Josefo. Jacobo tuvo contactos, gracias a su posición de liderazgo, con judíos y cristianos de todas partes del mundo.
A pesar de estos criterios, la paternidad literaria tradicional de Jacobo el hermano de Jesús sigue en pie como la más probable.
Uno De Los Tantos Bosquejos Del Libro De Santiago
I. La prueba de la fe 1.1-18
- El propósito de las pruebas 1.1-12
- La fuente de las pruebas 1.13-18
II. Las características de la fe 1.19-5.6
- La fe obedece a la Palabra 1.19-27
- La fe elimina la discriminación 2.1-13
- La fe se prueba a sí misma mediante las obras 2.14-26
- La fe controla la lengua 3.1-12
- La fe produce sabiduría 3.13-18
- La fe produce humildad 4.1-12
- La fe produce dependencia en Dios 4.13-5.6
III. El triunfo de la fe 5.7-20
- La fe soporta, esperando el retorno de Cristo 5.7-12
- La fe lleva a orar por los afligidos 5.13-18
- La fe confronta al creyente errado 5.19-20
Las enseñanzas teológicas de nuestra epístola son abundantes, pero vamos a concentrarnos en un sólo tópico: La Palabra escrita de Dios.
I. El empleo de la Palabra.
La Epístola contiene 108 versículos en sus cinco capítulos. En ese breve espacio el autor se refiere o alude a Génesis, Exodo, Levítico, Números, Deuteronomio, Josué, I Reyes, Job, Salmos, Proverbios, Eclesiastés, Isaías, Jeremías, Ezequiel, Daniel, Oseas, Joel, Amós, Jonás, Miqueas, Zacarías y Malaquías.
Además de este uso amplio del Antiguo Testamento, el libro de Santiago refleja las enseñanzas de Jesús, más que cualquier otro libro del Nuevo Testamento aparte de los Evangelios.
II. Los Epítetos de la Palabra:
- La Palabra de verdad (1:18) La Palabra de verdad es la Palabra de Dios usada en la creación espiritual de los hombres espiritualmente muertos. Es la Palabra la que comunica la verdad. Esta frase es equivalente a "El Evangelio".
- La Escritura (2:8,23; 4:4,5) En los tiempos de Cristo "Las Escrituras" eran sinónimo con el Antiguo Testamento y no se usaba referente a otra literatura judía. Por lo tanto, cuando Santiago usa este título lo hace en ese sentido y asigna al Antiguo Testamento toda la inspiración y autoridad prevalerte en esos tiempos. Citar la Escritura era poner fin a cualquier argumento. (4:5,6)
- La perfecta ley de la libertad (1:25;2:8) esta es una de las frases más difíciles en el libro, y aún así parece ser la forma regular de Santiago para designar la Palabra de Dios. De lo que ya se ha dicho del uso del Antiguo Testamento y de las enseñanzas de Cristo, sería mejor definir la ley de la libertad como la Palabra de Dios revelada en el Antiguo Testamento y llevada a su cumplimiento en las enseñanzas de Cristo.
III. Los efectos de la Palabra.
Como se esperaría en esta epístola, Santiago asigna algunos beneficios prácticos de la Palabra.
- La Palabra es un medio de regeneración (1:18) y es implantada para salvar el alma (1:21)
- Es un espejo reflejando los defectos de un hombre (1:23-25), consecuentemente, debe mirarse atentamente a ellos (1:25) y cumplirla con diligencia 1:22) Es significativo que Santiago hace esto particularmente aplicable a los hombres (1:23) donde usa el término "aner", masculino, y no "ánthropos", persona como para señalar el hecho de que los hombres, más que las mujeres, tienen que ser cuidadosos y sensibles para responder a lo que ven en la Palabra.
- La Palabra es una guía para la vida cristiana (2:8)
- En el día del juicio servirá como una norma para juzgar (2:12)
Aquello en que la Palabra surge efecto se relaciona con la Soteriología (la doctrina de la salvación), la Antropología (la doctrina bíblica sobre el hombre), la Hamartología (doctrina sobre el pecado), la vida cristiana y la Escatología (La doctrina profética sobre las últimas cosas).
Una palabra final: Estimado lector, conviene que Ud. haga un estudio personal de este libro y luego procure aplicar las enseñanzas a su vida personal. Los resultados serán grandiosos.
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