Josué Mora PeñaOí en cierta ocasión un proverbio japonés que dice: "Cuando llegues a la ultima pagina del libro, ciérralo". Eso da a entender que hay que abrir otro libro. Hay que empezar de nuevo. Hay que escribir otra parte de la historia de nuestra vida.
Hace años aprendí un hermoso pensamiento acerca del nuevo día, lamento no recordar su autor. Se llama "El Nuevo Día" y dice así:
"Este es el principio de un nuevo día. Dios me ha dado este día para hacer de el lo que yo quiera. Lo que haga hoy es importante porque estoy cambiando un día de mi vida por el. Cuando llegue el mañana, este día se habrá ido para siempre, dejando en su lugar aquello que cambie por el. Quiero que sea algo bueno, no malo; algo que tenga éxito, no fracaso; algo que valga la pena por lo que pague por el".
Y lo mismo se podría decir del "Nuevo Año", Hay personas que no obstante el año nuevo ha empezado, siguen viviendo en el pasado. No pueden olvidar los fracasos que experimentaron durante ese año, tal vez la perdida de un ser querido, un divorcio, alguna desgracia familiar, en fin, no faltan circunstancias por las cuales atravesamos el año pasado, que quedaron grabadas en nuestra mente y es difícil olvidarlas, mas no imposible.
El ayer ya paso. El año 2005 quedó atrás. No hay nada que podamos hacer por lo que ya no existe. Como dice Robert J. Burdette, según leí en uno de los boletines que alguien me envió:
"Existen dos días de cada semana en los cuales no deberíamos preocuparnos. Dos días que deberían ser libres de cualquier temor y recelo. Uno de esos días es el ayer, con sus errores e inquietudes, sus aflicciones y sus dolores, sus carencias y desaciertos. Ayer ha pasado y para siempre, se encuentra más allá de nuestro control. Todo el dinero del mundo no puede lograr que Ayer regrese. No podemos anular ningún acto que hayamos realizado, borrar una sola palabra expresada o enmendar un solo error irrevocablemente. Ayer ha pasado y para siempre. Déjalo ir.
El otro día por el que no deberíamos preocuparnos es Mañana, con sus posibles adversidades, sus preocupaciones, su enorme promesa y pobre ejecución.
Mañana también esta mas allá de nuestro control inmediato. Mañana, el sol saldrá con esplendor o detrás de nubarrones, pero saldrá. Y hasta que lo haga no vamos a aventurarnos en el Mañana porque aun no ha nacido.
Esto nos deja solo un día: ¡Hoy! Y una persona puede pelear las batallas de solo un día. Ayer y Mañana son preocupaciones inútiles. Por lo tanto, resolvamos la jornada no mas que un día a la vez".
Con cuanta razón Mateo 6:34 dice: "Así, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal". Un himno muy conocido es aquel que dice "un día a la vez". El autor pide a Dios que le ayude a vivir día por día. No hay razón para preocuparnos por aquello que no ha sucedido y tal vez ni sucederá. Pero el propósito de este sermón es de dar gracias a Dios porque nos permitió vivir un año más. Concedido, tuvimos luchas, problemas, enfermedades, fracasos, desalientos, pero pensándolo bien, todo esto es parte de la vida. No podemos imaginarnos una vida en donde todo es color de rosa. Cristo mismo nunca nos prometió un jardín de rosas, por el contrario, El dijo: "En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo" (Juan 16:33).
Así que, debemos estar agradecidos con Dios de que, Todavía estamos aquí. Muchos no vieron el amanecer del nuevo año. Pero si estamos leyendo este sermón, quiere decir que estamos vivos y disfrutando de un nuevo día y un año nuevo. ¡Oh Si! Tendremos aflicciones y luchas y todo lo antes mencionado, pero también tenemos la promesa de que Dios estará con nosotros. El ha prometido nunca dejarnos ni desampararnos. Y así es. Gracias a Dios por ello.
Pero, ¿en que forma demostramos nuestro agradecimiento a Dios por concedernos un nuevo año? Adorándole. La primera obligación (lo cual es un privilegio también) de los hijos de Dios es adorar a Dios. "El nos hizo y no nosotros a nosotros mismos" dice el salmo 100:3. Y le adoramos por medio de la oración, lo cual es parte de la vida cristiana. Uno no puede pasar días, semanas y meses sin hablar con Dios, nuestro Creador. También le adoramos cuando leemos la Biblia y la estudiamos. Es necesario poder leer la Biblia completa, no solo porciones. Una Biblia que no tenga notas al pie de la página o al margen, tiene aproximadamente 1,000 o 1,200 paginas. Si uno lee tres paginas diarias, en un año se puede leer toda la Biblia. Hay que tomar en cuenta que la Biblia es el alimento espiritual del cristiano. Si no nos alimentamos espiritualmente, viviremos una vida raquítica y enclenque y seremos presa fácil de Satanás. En la Biblia encontramos el pan y el agua de la vida Cristo Jesús. La Biblia es el guía del viajero, en ella encontraremos todo lo que nuestra alma pueda necesitar. No podemos vivir sin ella.
Parte de nuestra adoración a Dios consiste también en asistir a la iglesia. La iglesia es la casa de Dios y el cristiano tiene el apoyo moral y espiritual de la feligresía. Es en la iglesia donde aprendemos que Dios nos ama, que quiere lo mejor para nosotros. Es en la iglesia donde creceremos en el conocimiento de Dios. Es en la iglesia donde nuestros himnos y oraciones se elevaran hasta el trono de Dios como un olor suave y agradable. Es en la iglesia donde podremos decir como el salmista: "Yo me alegre con los que me decían, a la casa de Jehová iremos" (Salmos 122:1).
Adoramos a Dios también sirviéndole, de acuerdo con los dones y talentos que El nos ha dado. Cada uno de nosotros tenemos un don que Dios nos dio. Hay que usarlo para Su servicio. Es un privilegio poder servir a Dios. Cristo mismo dijo que El vino para servir, no para ser servido. Hay cierta satisfacción cuando uno puede servir a Dios, ya sea directamente, tomando pare en los servicios de adoración, o indirectamente, ayudando al huérfano, al débil, al enfermo, al desamparado. En fin, sirviendo al prójimo, Hay muchas maneras de cómo servir a Dios.
Otra manera de adorar a Dios es haciendo todo el bien posible, a todas las personas que sea posible, cuantas veces sea posible, entonos los lugares donde sea posible, según solía decir Juan Wesley. Y sobre todo, no hay que hacer cosas buenas que parezcan malas; ni malas que parezcan buenas.
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