Noviembre 22, 2024
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Un Joven Con Agallas

 
 

Josué Mora Peña

Todavía puedo ver en mi mente las palabras escritas en el marco de la puerta de aquella Universidad de California: "No guts, No Glory" (No Agallas, No Gloria). Era una calcomanía en el interior de uno de los cuartos de los estudiantes donde los pastores nos asistían durante la Conferencia Anual de la iglesia. Sin duda alguna era un recordatorio a los alumnos que ahí dormían de que era necesario esforzarse para lograr lo cometido.

Desde entonces he predicado varios sermones relacionados con ese lema, "No Agallas, No Gloria". En lo personal, me ha servido mucho, pues se que si quiero lograr algo difícil en la vida, necesito tener agallas. Me va a costar trabajo lograrlo. Debo ser persistente. "El que porfía, mata venado" dice un dicho mexicano. Y la Biblia dice que "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece" (Filipenses 4:13) Si, es cierto, pero uno tiene que hacer su parte.

El propósito de este mensaje es de aprender a vivir siguiendo el modelo de José, hijo de Jacob y Raquel. Fue un hijo predilecto de su padre. Le hizo una "túnica de diversos colores" (Génesis 37:3). Tuvo sueños en donde el era superior a sus hermanos. Esto, naturalmente, los enfurecía. A la primera oportunidad que tuvieron, siendo José de 17 años, lo vendieron a unos madianitas que iban rumbo a Egipto. Ser como este joven José nos es fácil. Especialmente en el mundo en que hoy vivimos. Un mundo desenfrenado en donde abunda la inmoralidad, el vicio, pecado y todo lo contrario a lo que es la voluntad de Dios. Así que no es fácil vivir en la vida limpia, pura, agradable a Dios, pero tampoco es imposible. La historia de José se encuentra en el primer libro de la Biblia, llamado Génesis, capítulos 37, 39, 40 y 41. Recomiendo que lean el resto de Génesis, pues, esta historia esta demasiado interesante para no conocerla bien.

Una vez que José fue vendido a los ismaelitas, estos lo vendieron en Egipto a Potifar, oficial del Faraón. La esposa de aquel "le echo el ojo" a José y le pidió que se acostara con ella. El de inmediato rehusó sus provocativas palabras. Ella le seguía insistiendo cada día, y el continuaba resistiéndola. Analicemos esta historia verídica que parece una novela. Por principio de cuentas, José era un Joven de 17 años, bien parecido, apuesto, trabajador, limpio y obediente a su amo. ¿Por qué no acepto acostarse con ella de cuando en cuando? Después de todo, José era ya todo un hombre, no obstante su edad. De acuerdo con el estándar del mundo de hoy, era lo más normal que José podía haber hecho ya que tenía sus necesidades físicas y emocionales. En segundo lugar, estaba solo, vivía en un país extraño, sin amistades y tuvo que aprender el idioma egipcio. En tercer lugar, necesitaba tener a alguien con quien compartir su desgracia de lo que le había sucedido con sus hermanos. Todo, aparentemente, estaba a su favor para dejarse llevar por los amoríos de aquella mujer. ¿Qué fue lo que hizo que José actuara completamente diferente a como actúan algunos jóvenes en pleno siglo XXI?

Hay que tener en cuenta que este joven había crecido con el conocimiento de Dios y era temeroso de El. Obviamente aprendió a obedecer a Dios por medio de su padre. Sabia que si accedía a lo que la mujer de Potifar le sugería, pecaría contra Dios. El verso 9 del capitulo 39 dice, "No hay otro mayor que yo en esta casa, y ninguna cosa me ha reservado sino a ti, por cuanto tu eres su mujer; ¿Cómo, pues, haría yo este grande mal, y pecaría contra Dios?"

Dios le ayudo a José a no ceder ante tal proposición, únicamente porque, aunque la Biblia no lo dice, el oraba a Dios, le pedía que le ayudara, como es de esperarse de aquellos que creen en Dios y le temen (temer en el sentido bíblico no es miedo, sino reverencia).

José termina en la cárcel porque la esposa de su amo mintió. Dios lo siguió prosperando en ese lugar. Llego a ser el encargado de los presos. De ahí, Dios lo saco para ser el segundo del Faraón.

En conclusión, José tuvo agallas, por eso llego muy alto. Tuvo éxito en todo lo que hizo, como dice Josué 1:8.

Lo mismo sucede el día de hoy con aquellos que temen a Dios y le siguen. La historia se repite. Todo joven y señorita esta expuesto a este mundo de pecado, pero también tenemos la promesa de Dios de que nunca nos dejará ni nos desamparará. Que Dios os bendiga.

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Pasaje

Génesis 39

1 Llevado, pues, José a Egipto, Potifar oficial de Faraón, capitán de la guardia, varón egipcio, lo compró de los ismaelitas que lo habían llevado allá.

2 Mas Jehová estaba con José, y fue varón próspero; y estaba en la casa de su amo el egipcio.

3 Y vio su amo que Jehová estaba con él, y que todo lo que él hacía, Jehová lo hacía prosperar en su mano.

4 Así halló José gracia en sus ojos, y le servía; y él le hizo mayordomo de su casa y entregó en su poder todo lo que tenía.

5 Y aconteció que desde cuando le dio el encargo de su casa y de todo lo que tenía, Jehová bendijo la casa del egipcio a causa de José, y la bendición de Jehová estaba sobre todo lo que tenía, así en casa como en el campo.

6 Y dejó todo lo que tenía en mano de José, y con él no se preocupaba de cosa alguna sino del pan que comía. Y era José de hermoso semblante y bella presencia.

7 Aconteció después de esto, que la mujer de su amo puso sus ojos en José, y dijo: Duerme conmigo.

8 Y él no quiso, y dijo a la mujer de su amo: He aquí que mi señor no se preocupa conmigo de lo que hay en casa, y ha puesto en mi mano todo lo que tiene.

9 No hay otro mayor que yo en esta casa, y ninguna cosa me ha reservado sino a ti, por cuanto tú eres su mujer; ¿cómo, pues, haría yo este grande mal, y pecaría contra Dios?

10 Hablando ella a José cada día, y no escuchándola él para acostarse al lado de ella, para estar con ella,

11 aconteció que entró él un día en casa para hacer su oficio, y no había nadie de los de casa allí.

12 Y ella lo asió por su ropa, diciendo: Duerme conmigo. Entonces él dejó su ropa en las manos de ella, y huyó y salió.

13 Cuando vio ella que le había dejado su ropa en sus manos, y había huido fuera,

14 llamó a los de casa, y les habló diciendo: Mirad, nos ha traído un hebreo para que hiciese burla de nosotros. Vino él a mí para dormir conmigo, y yo di grandes voces;

15 y viendo que yo alzaba la voz y gritaba, dejó junto a mí su ropa, y huyó y salió.

16 Y ella puso junto a sí la ropa de José, hasta que vino su señor a su casa.

17 Entonces le habló ella las mismas palabras, diciendo: El siervo hebreo que nos trajiste, vino a mí para deshonrarme.

18 Y cuando yo alcé mi voz y grité, él dejó su ropa junto a mí y huyó fuera.

19 Y sucedió que cuando oyó el amo de José las palabras que su mujer le hablaba, diciendo: Así me ha tratado tu siervo, se encendió su furor.

20 Y tomó su amo a José, y lo puso en la cárcel, donde estaban los presos del rey, y estuvo allí en la cárcel.

21 Pero Jehová estaba con José y le extendió su misericordia, y le dio gracia en los ojos del jefe de la cárcel.

22 Y el jefe de la cárcel entregó en mano de José el cuidado de todos los presos que había en aquella prisión; todo lo que se hacía allí, él lo hacía.

23 No necesitaba atender el jefe de la cárcel cosa alguna de las que estaban al cuidado de José, porque Jehová estaba con José, y lo que él hacía, Jehová lo prosperaba.

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