"Muchos dolores habrá para el impÃo, mas al que espera en el Señor, le rodea la misericordia" (Salmo 32:10).
Hay tanta diferencia entre el dÃa y la noche como entre aquellos que creen y aquellos que no creen. Algo que se pondrá en evidencia, cuando para aquellos que creen será dÃa eternamente y para los incrédulos será noche eternamente. Pero ya en esta vida terrenal la diferencia también sale fácilmente a la luz. El texto dice que los impÃos tendrán muchos dolores, pero los creyentes serán rodeados por la misericordia de Dios.
A los incrédulos en este texto se les llama impÃos. Con eso se quiere señalar a las gentes que van por la vida sin Dios. Y esto puede ser de dos maneras. De una manera totalmente radical en la que no quieren saber nada de Dios. Y también de una manera mas refinada en la que en parte cuentan con Dios y en parte no quieren saber nada. Los impÃos pueden, pues, estar sentados también en la Iglesia. De nombres son cristianos, pero a Dios lo tienen al margen de sus vidas. En esencia son impÃos, gente que, como dice el verso 9, se puede comparar con un caballo o con un mulo sin freno. Y aunque tengan frenos no se quieren dejarse guiar. Quieren tener sus vidas en sus propias manos. Dios no tiene por qué venir a cuentas. Y por eso no tienen entendimiento, pues dice el verso 9. Son necios.
Y en su necedad sirven a los Ãdolos. Ya que no existe un punto neutral. Quien no sirve a Dios, sirve automáticamente a los Ãdolos. Ya sean los Ãdolos de los primeros tiempos de la humanidad o los Ãdolos modernos de la humanidad o los Ãdolos modernos de la sociedad actual. Nuestra propia mente es nuestro Ãdolo, nuestra propia opinión, nuestra propia voluntad o nuestro propio deseo. En todo esto somos unos impÃos.
Y de los impÃos dice el texto que tienen muchos dolores. Eso no quiere decir que siembres se vea claramente. Incluso con frecuencia parece lo contrario, los impÃos tienen prosperidad, tras prosperidad. Y sin embargo cuando llega su final sólo queda el dolor de la eterna miseria. Aun asà sobre esta tierra en muchos casos también tienen ya su parte de aflicción. Miseria tras miseria los atrapa y no encuentran ninguna salida. Su vida se derrumba como un castillo de naipes. Parece ser una quimera. No tienen un ayudador que les socorra.
Muy distinto es en aquellos que creen. En el texto se nos presentan como personas que confÃan en el Señor. Ellos no andan solos por la vida. Paso a paso se dejan guiar por el Señor. Dios no es ningún adorno marginal en sus vidas. El es totalmente decisivo. Y El, en efecto, determina de hecho sus vidas. Ellos le siguen llevando en su propia cruz detrás del Señor. Y con ello entregan todo lo de sus manos: En primer lugar todos sus pecados y toda sus reprobable existencia; porque ellos confÃan que el Señor ha cumplido en la maldición de la cruz todo por ellos. En segundo lugar le confÃan todas sus preocupaciones e interrogantes, todas sus penas y necesidades.
Y allà se entregan ellos mismos con todo lo que tienen en los brazos de Dios Padre.
Sus manos llenas de gracia y amor por Su Hijo Jesucristo. Y por eso son unas manos de apoyo. Y tambien unas manos seguras llenas de seguridad. Unas manos de las que nadie los puede arrebatar. Unas manos en las que nos podemos sentir seguros ante los misterios de nuestra vida.
Y asi confiamos en todo sólo en el Señor.
¿DifÃcil? Si. Pero, sobre todo, hermoso sin igual. Porque ahora vamos a comprender lo que el Señor Jesús dice, esto es, que aquellos que pierdan su vida son quienes precisamente la van a encontrar. El que tiene a Jesús, tiene suficiente.
Y el texto dice que entonces la misericordia de Dios nos rodeará. Eso quiere decir que esa misericordia de Dios es un muro alrededor nuestro. Para defendenos, para cuidarnos, para alegrarnos y hacernos felices.
La misericordia de Dios es Su favor, Su amor, Su gracia. Totalmente inmerecido, pero sin embargo lo obtendremos porque Jesús lo ha merecido.
En una palabra, la misericordia de Dios es Su amor insondable revelado en el Niño del pesebre. Por eso jamás puede romperse. Tú nunca lo puedes perder. Siempre puedes confiar en El. Siempre permanece.
Porque Dios es fiel. De continuo El cuida de que Su misericordia nos rodee.
¿Significa eso que los creyentes no tienen ningun problema? Pero no olvides que los creyentes, al igual que los incrédulos, pueden sufrir tambien dolor tras dolor. Pueden pasar por profundas pruebas y castigos.
Tenemos un ejemplo en Job. Pero a pesar de todo, en los creyentes, es totalmente diferente de los incrédulos. Ya que ellos no estan solos ante la prueba. Su Dios y Redentor les ayuda en todo. Ellos saben como dice el Salmo 40:17 que, si bien es cierto que es un pobre y miserable, pero piensa en El.
El Salmo 33:18,19 nos confirma: "He aqui los ojos del Señor sobre los que le temen, sobre lo que esperan es Su misericordia, para librar sus almas de la muerte, y para darles vida en tiempo de hambre".
Por eso pueden dejar el año viejo con un corazón agradecido y mirar al nuevo con plena confianza. Porque Dios es tan bueno. Asi es. Amen.
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